José Antonio Guisasola, impulsor del ferrocarril y mecenas de la educación.
Año 2007, Eibar REVISTA POPULAR – Número 79 – página 12
EDITORIAL, de Margarita Olañeta
El trabajo es necesario para garantizar el sustento. Pero también nos abre vías para la autorrealización personal, para desarrollarnos como personas. Asimismo, nuestro trabajo puede ser un instrumento eficaz para contribuir al bien social.
Estas tres dimensiones del trabajo quedan reflejadas, de manera nítida, en la biografía de José Antonio Guisasola. Cuando, a finales del siglo XIX, Guisasola emigró a tierras americanas, no se limitó a buscar y acumular riquezas. Se propuso impulsar el paso del ferrocarril en tierras argentinas, como elemento de progreso para la comunidad, y creó escuelas a ambos lados del Atlántico.
En el nº 49 de la Revista Eibar (pag. 45), del año 2002, hay un pequeño comentario de José Mari Kruzeta en el que nos dice:
“Gracias a la información facilitada por Ángel Urdanpilleta, hemos sabido de la existencia en Argentina de una pequeña población que se llama J.A. Guisasola, ubicada en la provincia de Buenos Aires, Partido Coronel Dorrego. Tras diversas gestiones, hemos podido conectar con el municipio de J. A. Guisasola, también llamado El Perdido. Tuvimos el gusto de hablar con Natalia Peciña, quien nos indicó cómo el año pasado festejaron el centenario de la fundación del municipio por J. A. Guisasola, el eibarrés que en su día patrocinó la Escuela de Isasi -hoy, La Salle-, amén de conseguir otros beneficios para el barrio de Aguinaga de nuestra ciudad, de donde era oriundo, a través de su ayuda económica.
Nos gustaría confirmar que el fundador J.A. Guisasola es la misma persona a la que nos referimos y rogamos a la Comisión del Centenario nos envíen la máxima información que guarden sobre él. Aprovechamos para desear a todos los habitantes de El Perdido nuestros mejores deseos y, a la vez, facilitamos que puedan conocer el escudo del caserío Gisasola de Eibar”.
La respuesta ha llegado cinco años más tarde. En abril de este año, Juan Carlos Peciña, un joven argentino de El Perdido, ha viajado más de 13.000 kilómetros para poder visitar los lugares donde nació y creció José Antonio Guisasola.
Fue un placer poder mostrarle a Juan Carlos lo que con tanta ilusión había venido a conocer. Juntos nos trasladamos hasta Aguinaga. El fuego había destruido la casa de nacimiento de Guisasola y el edificio escolar que lo sustituía rompía la estética del entorno. Pero los campos y montes que Guisasola conoció en su infancia siguen siendo tan hermosos como antes. Juan Carlos se ha llevado, en su cámara de fotos, vistas de muchos de sus perfiles y colores, para mostrarlos al otro lado del Atlántico. La visita de Juan Carlos me ha hecho reflexionar acerca de los valores de aquellos vascos de antaño que eran “parcos en palabras y largos en obras”.
Arrate Egun on bat izan dezazuela!
José Antonio Guisasola, impulsor del ferrocarril y mecenas de la educación
José Antonio Guisasola nació en la segunda mitad del siglo XIX en Eibar, en el barrio rural de Aguinaga. Sus años de juventud coincidieron con la época de las guerras carlistas y, como muchos jóvenes de su tiempo, emigró a América para evitar ser reclutado. El destino lo llevó a Argentina, donde empezó a trabajar como peón de hacienda.
Su vida siempre estuvo ligada a la agricultura y ganadería. Pero el entorno cultural y de pensamiento en el que le tocó vivir influyó en muchas de las obras que llevó a cabo a lo largo de su vida. De hecho, desde 1880, Argentina estaba inmersa en la etapa del pensamiento positivista. Se observaba un continuo avance en las ciencias, la medicina y la tecnología. El ferrocarril, el telégrafo y el teléfono eran contemplados como elementos vertebradores de la nación.
Además, tras la promulgación por el gobierno argentino de la Ley 1420, la instrucción primaria era obligatoria, gratuita y gradual en todo el país. Este ambiente orientó a Guisasola a preocuparse por los temas tecnológicos y educativos.
Contrajo matrimonio con Catalina Vigné, nacida en el País Vasco Francés. Concretamente, en Zuberoa, en la localidad de Atharratze-Tardets. No tuvieron hijos y destinaron gran parte de la fortuna que amasaron con trabajo, inteligencia y buena suerte a la realización de distintas obras sociales.
De hecho, cedieron tierras para que el ferrocarril llegase hasta la localidad de El Perdido. Guisasola era muy consciente de la importancia del tren como instrumento para fomentar el desarrollo económico y social de una comunidad. Todavía hoy en día, se puede contemplar la pancarta que otorga el nombre de José Antonio Guisasola a la estación de ferrocarril de esta población ubicada en el Partido Coronel Dorrego de Buenos Aires.
Asimismo, Guisasola era consciente de la importancia de una buena educación y, en ese aspecto, no se olvidó de la tierra que le había visto nacer. Erigió una escuela en Aguinaga y contribuyó a construir otra en el alto de Isasi, de Eibar. De hecho, en 1932 aportó terrenos y dotó de recursos a los frailes corazonistas que buscaban ayuda para construir su colegio. Esta escuela fue bautizada con el nombre de José Antonio Guisasola.
Como muchos emigrantes, compartió su amor por Argentina sin renunciar a sus raíces. Fue un miembro activo de la Casa Vasca de América y contribuyó a la creación de grupos ligados a la cultura vasca.
Murió en Buenos Aires, el 12 de mayo de 1944.
Carta de Juan Carlos Peciña (Cali) enviada a Margarita Olañeta, coordinadora de la Revista Eibar (de Eibar, provincia de Guipúzcoa, País Vasco, España), en respuesta a su pedido de información sobre la vida de Don José A. Guisasola en ARGENTINA. (Transcripción textual; publicado con autorización del autor)
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